LIBRO: NUESTRA SANGRE por Andrea Dworkin.

No tengo claridad sobre la fecha en que comencé a traducir este libro. El 20 de mayo de 2017 publiqué el Prefacio en el blog, pero para esa fecha ya habia terminado la traducción, solo me quedaba revisarla y publicarla. En fin, ha pasado bastante tiempo. Pero valió el esfuerzo. Agradezco de corazón a todas las mujeres que fueron partícipes de este logro. Nuestros nombres lamentablemente deberán permanecer en el anonimato por razones que escapan a mi control. Pero debemos celebrar: hemos saldado una deuda histórica para con el movimiento de las mujeres de habla hispana. Este libro fue publicado en el año 1976 y hoy, más de cuarenta años despúes, finalmente la genialidad de Andrea Dworkin está en nuestro idioma. La fuerza de su espíritu queda grabada en sus palabras. Las invito a leerlas: una, dos, tres veces. A analizar su trabajo, subrayarlo, glosarlo. Y sobretodo a compatirlo con sus hermanas.

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Desconocido.

Hola, desconocido -contesto la segunda vez que suena.
¿Qué si estoy ocupada ahora?¿Cuánto cobro?
¿Qué si haces “eso”, nena?

Oh, siii, Sr. Desconocido, libre estoy.
Es a ti a quien quiero.
Estoy caliente, ven ya, para lo que deseas la mejor soy.
Solo no olvides tu dinero.

Hola Desconocido -en la puerta del hotel.
Me pongo bálsamo labial,
¿Qué, esperabas algo más?
Pero ni lo notas. Y no te importa.
La cara abajo, el culo arriba.
Más peso. Soy yo quien soporta

¡Por supuesto! Estoy tan emocionada, pero recuerda
Pagaste solo por violar.
Tiemblo de la emoción- mi vida,
La podrías tomar.

Gracias, Desconocido.
Solo acepto efectivo, hazlo primero,
Antes de manosear mi trasero

Hola, Desconocido, siéntate, la cama siempre está hecha,
Te diré que hoy eres el primero
Así se juega este juego

Hola, Desconocido.
Patética, tu charla superficial.
Oh, ¿Qué nunca haces esto? ¿Qué tu eres un hombre decente? ¿Un hombre de familia?
Tus mentiras me enferman, me ponen mal.

Pobrecito, Desconocido, tu esposa -¿post parto?
¿La menopausia te desterró del cuarto?
O déjame adivinar: es frígida.
Adelante, cuéntame.
Sé que no es TU culpa…
¡Obviamente!

Hey, Desconocido,
debo ir a ese lugar oculto.
Qué quieres y oh-
no beses mi rostro,
Ponte condón,
no empujes mi cabeza: reglas inútiles que ignoras,
mientras soy esclava sobre el colchón

Apúrate, Desconocido, tratas de alargar tu Hora Feliz,
Por cada segundo que te pasas,
Algo más de plata.

Dices que es importante, que el sexo sea bueno para mí.
Pero cuando pretendo gemir de placer, solo aumenta mi sufrir.
Actúa como si un pequeño pene pudiera destrozar,
Un falso llanto, y no necesitas nada más.

Vete ya, Desconocido.
El condón a la basura.
Y no, no tengo una toalla, mierda infiel.
¡Que barbaridad! Haría falta una lavandería completa
Para tanta suciedad.

Adiós, Desconocido.
Vuelve con tu esposa.
¿Tu orgasmo de 10 segundos?
Qué cosa,
Desconocido,
Arruinaste mi vida.

POR LAURIN CROSSON.

Sobreviviente de tráfico sexual.

Comunicado a las seguidoras de MFR.

Estimadas compañeras, lamento informarles que la página estará inactiva por 30 días. A los cuirs no les gustó una publicación y Facebook me ha censurado. Así que, como ven: decir que el feminismo es una lucha por y para a las mujeres, y por tanto, excluye a los hombres (sea que les guste ser hombres, sea que no), esto, segun ellos, es discurso de odio y mejor me quedo callada.

Cómo sea, aquí está la publicación. Ojalá puedan compartir este mensaje para que las demás se enteren. No me retracto de lo que dije.

¡Saludos!

Caza de Brujas

🔸Caza de Brujas🔸
—- Así es como quebraron a nuestras abuelas
Una vez, hubo brujas. No. Nunca existieron brujas. No de la forma que los hombres dijeron que existían, en todo caso.
Una vez, existieron muchos pueblos indígenas politeístas y religiones de tradición animista en Europa occidental. Sus costumbres sostenían el respeto y la autoridad de las mujeres en diversos grados. Existían mujeres sagradas, mujeres curanderas y mujeres líderesas.

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Liberales sexuales y reproductivos.

Hubo una vez, al comienzo de ésta [segunda] ola del feminismo, un consenso feminista de que las decisiones de las mujeres eran construidas, cargadas, enmarcadas, lisiadas, constreñidas, limitadas, coaccionadas, moldeadas por el patriarcado. Nadie proponía que esto significara que las decisiones de las mujeres estuviesen determinadas, o que las mujeres fuesen víctimas pasivas o sin remedio del patriarcado. Era así porque muchas mujeres creían en el poder del feminismo para cambiar sus vidas, y obviamente, las mujeres no podríamos cambiar si estuviésemos socialmente determinadas a ciertos roles o estuviésemos indefensas en las manos de los patriarcas. Incluso solíamos hablar sobre maternidad obligatoria, ¡Y sí, sobre heterosexualidad obligatoria! Hablábamos sobre las maneras en que mujeres y niñas son entrenadas para ingresar a la prostitución, o para adaptarse a las golpizas masculinas, o para acabar en trabajos sin posibilidades de ascenso y de bajo sueldo. Entre nosotras, las más moderadas discutíamos la socialización de los roles según el sexo. Las más radicales escribieron manifiestos detallando la construcción patriarcal de la opresión de las mujeres. Pero la mayoría de nosotras concordaba en que las mujeres no éramos «simplemente libres para ser».

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La Causa Raíz

“Y las cosas que es mejor conocer primero son los principios y las causas. Porque a través y desde ellos todas las demás cosas pueden ser conocidas…”

– Aristóteles, Metafísica, Libro I.

[Entregado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, Cambridge, 26 de Septiembre, 1975]

Esta noche quiero hablarles sobre ciertas realidades y ciertas posibilidades. Las realidades son brutales y salvajes; las posibilidades podrán parecerles, siendo bien honesta, imposibles.

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Nuestra Sangre: La Esclavitud de las Mujeres en Amerika.

(En memoria de Sarah Grimke, 1792-1873, y Angelina Grimke, 1805-1879)

[Entregado para Organización Nacional para las Mujeres, Washington, D.C., 23 de Agosto, 1975, en conmemoración del 55° aniversario del sufragio de las mujeres; entregado también en la Iglesia Comunitaria de Boston, 9 de Noviembre, 1975.]

(1) En su introducción a Felix Holt (1886), George Eliot escribió: “…hay mucho dolor que es bastante silencioso; y las vibraciones que son las agonías humanas usualmente son meros susurros en el rugido de la estrepitosa existencia. Hay miradas llenas de odio que apuñalan y no resultan en ninguna acusación de asesinato; robos que dejan al hombre o la mujer mendigando paz o júbilo, y aun así la víctima los mantiene en secreto –comprometida a no hacer ruido salvo por esos gemidos por lo bajo durante la noche, escritos en ningún lugar salvo los lentos meses de angustia reprimida y lágrimas por la mañana. Mucha tristeza heredada que ha arruinado una vida no ha sido susurrada en ningún oído humano”.

Les quiero hablar sobre la “tristeza heredada” de las mujeres en esta tierra Amerikana, tristeza que ha arruinado millones y millones de vidas humanas, tristeza que no “ha sido susurrada en ningún oído humano”, o tristeza que ha sido susurrada y luego olvidada.

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Sí es Sí: La Proliferación de Legislación y Políticas de Consentimiento Afirmativo.

En la introducción de su antología, «Yes Means Yes: Visions of Female Sexual Power and a World Without Rape» [Sí es Sí: Visiones sobre el Poder Sexual de la Mujer y un Mundo sin Violación»] (2008), Jaclyn Friedman y Jessica Valenti escribieron:

«El objetivo de Yes Means Yes es explorar cómo crear una cultura que genuinamente valora el placer sexual de las mujeres, puede ayudar a detener las violaciones, y cómo las culturas y los sistemas que apoyan la violación [en Estados Unidos] nos roban nuestro derecho a controlar nuestra sexualidad».

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